Publicación de Photofilms Madrid
Evoluciona la tecnología, la forma de comunicarnos, como nos relacionamos, compramos, ligamos, trabajamos… pero hay algo que no cambia, la naturaleza humana. Ni en sus virtudes, que son muchas, ni en su arraigada inclinación al pecado.
Cambian las formas pero no la esencia, de aquí la idea de recrear, no desde un espíritu crítico, si no artístico, 7 escenas sobre la relación entre los pecados capitales y el actual espacio digital.
Y aquí va el primero, el que hace insoportable ver a la gente derrochando felicidad, de fiesta o realizando viajes de ensueño. El que hace hervir la sangre con esas representaciones idealizadas de la vida de conocidos, amigos y familia. Sabes cuál es este pecado digital?
LA ENVIDIA
Resentimiento o tristeza por la buena fortuna de otros. El deseo de poseer algo que los demás tienen. No importa qué, objetos, cualidades o logros. La continua publicación de imágenes en la red social hacen enloquecer y comentar de forma compulsiva las actualizaciones y estados de los “amigos”
“Necesito esa la luz, la luz de todos y cada uno. Siento el impulso de apagarlas para que mi vida parezca menos miserable” Habla la envidia. El malestar que se disfraza de amiga/o devota con comentarios sarcásticos, ofensivos e inoportunos.
Si alguna vez te encuentras en Facebook frases como: a París? uff que pereza, anda mira ese vestido de los chinos lo tengo yo tb, o parece que tu novio está echando tripita… No lo dudes, por mucho alcance que te den las interacciones, huye como de la peste. No es un amigo/a, es la envidia.
2. La pantalla de cualquier dispositivo es un infinito escaparate con millones de artículos. Ya no es necesario patear calles en busca de tesoros. Solo un click, un sencillo click y llega a casa cualquier artículo que se desee. Eso… y eso… y eso también. Las páginas se suceden, tentadoras, si por despiste se pasa de largo, una alarma te encarrila con ofertas irresistibles.
Moda, tecnología, deco, libros, juegos, joyas, si existe ahí está … objetos grandes y pequeños, sofisticados, exclusivos o chorradas inútiles… todos, los quiero todos. Es como el agua salada, cuanto más se bebe, más sed se tiene. Segundo pecado digital, sabes de cuál se trata?
LA AVARICIA
Al igual que la gula y la lujuria, es un pecado del exceso. Se abandonan los bienes eternos por los terrenales. Mucho más allá de satisfacer las necesidades básicas, sacia un deseo incontrolado por tener, poseer, acumular riquezas solo por el placer de atesorarlas sin compartirlas con nadie.
Muchas guerras, corrupción, traiciones, delitos, estafas, robos, asesinatos y mentiras tienen su respuesta en la avaricia. Esa incapacidad para poner freno al acaparamiento. Una conducta, más común de lo que se cree a la que la psicología llama, en los casos más extremos, disposofobia o diógenes. Desde una perspectiva moral es simplemente un egoísmo sin control.
“No es fácil renunciar. Los últimos modelos emergen al mercado como imprescindibles, innegociables, vitales. Móviles, electrodomésticos, productos con tecnología de última generación. El nuevo margina al actual con extrema rapidez. Aún es útil y operativo, pero lo nuevo mata lo viejo en un bucle infinito. Dentro de no mucho, lo que hoy es “ lo más” quedará desterrado en el contenedor, dejando sobre el planeta una brutal acumulación de residuos y contaminación.”
3. Se extiende mucho más rápido que ninguna otra emoción. Siendo un pecado universal, bajo el anonimato de avatares y nombres falsos, cobra una dimensión exagerada. Es el lado oscuro de las redes. A la vista de datos que entran en conflicto con intereses o creencias, o simplemente por placer, la casilla de comentarios se convierte en válvula de escape que da salida a la mezquindad, la rabia, la agresividad y el rencor. Sin barreras, la batalla está servida. Tercer pecado digital, cuál es y en qué red social encuentra su mejor aliado?
LA IRA
Emoción de odio no controlado. Negatividad, enfado y venganza que nace de la propia infelicidad. El único pecado que no está relacionado con el interés personal y el egoísmo. Por el contrario, es una explosión de amor propio, que herido por la marginación y la impotencia hace surgir la violencia. Bien por la negación de supuestos derechos o intereses, bien por la intolerancia a opiniones, creencias o razas diferentes.
“Siempre preparado para combatir noticias, pensamientos u opiniones. Siempre agazapado en espera de un tuit para descargar contra todo y contra todos. Una vez más la ira se transforma en palabras. Colérico, irascible, sin rastro de humor. La constante protesta y el insulto fácil es su día a día. Siempre negativo, despliega en público, y sin pudor, sus emociones contagiando y arrastrando a otros en su odio. Provocador, sin filtros e invadido por rabia para enmascarar sus propias desilusiones.”
4. Si el pecado es asunto de la religión, no olvidemos que todo se fue al traste por una simple y cándida manzana. Ahora, en la era digital la serpiente acecha en múltiples plataformas que sirven a domicilio y colman nuestra mesa con las más irresistibles viandas. Las cartas del menú se sustituyen por sugerentes imágenes que hacen babear con sólo mirarlas. Es el nirvana de nuestro pecado digital. El que lleva hasta la locura a los no comen para vivir, si no que viven para comer.
LA GULA
El pecado del exceso en el comer y también en el beber. La glotonería y la embriaguez. Quizás el pecado con el que nos mostramos más indulgentes, inconscientes del daño que hacen los excesos en nuestro organismo. Es el consumo desmedido, voraz e irracional. Irracional? No realmente. Los animales solo comen cuando tienen hambre. Es el hombre el único animal capaz de comer y beber hasta enfermar.
“Mientras consumo mi vida delante de la pantalla, la gula es mi mejor compañía. El exceso gana la partida. Incapaz de controlarme, no puedo parar ni siquiera cuando estoy lleno, nada acaba cuando estoy saciado, solo daré por clausurada esta orgia del paladar cuando los estragos de la indigestión me anuncien que cavo mi tumba con mis propios dientes.”
5. Ni redes para de mascotas, ni para fanáticos de la música clásica… Según Reid Hoffman, fundador de Linkedin, las redes que funcionan son solo aquellas que representan nuestros instintos más básicos. Tan primitivos como el pecado digital que ojea de forma obsesiva perfiles e imágenes a la caza de encuentros y relaciones. No se trata de pornografía ni del negocio del sexo, internet está plagado de este tipo de contenido, si no de añadir a las conquistas una o varias parejas sexuales sin ningún otro compromiso. Cuál es nuestro nuevo pecado digital?
LA LUJURIA
Apetito desordenado e ilimitado de los placeres sexuales. La búsqueda de la gratificación personal y fugaz, considerando a las demás personas simples objetos. Solo un cuerpo que poseer.
Como vicio, la lujuria siempre ha tenido mala fama y ha sido planteada en todas las creencias religiosas a lo largo de la historia. En el islam es toda relación fuera del matrimonio, en el budismo forma parte de las angustias o los males causantes del dolor, en la religión cristiana es uno de los pecados capitales, apetitos desordenados de los placeres carnales.
“Amparada por la soledad rebusco en la red. Acoto la zona, elijo un perfil, contacto… un like abre las puertas a un nuevo encuentro. La moral se reprime para mostrar el lado más sensual e íntimo en un espacio virtual.
En Tinder se esconden secretos, reina el silencio y el voyerismo. Es por eso que retoco mis labios, bajo el escote y cruzo lentamente las piernas. Porque la lujuria empieza con una imagen, fantaseada por la mente o explicita en un perfil. Es la fórmula de la plataforma donde las partes se reconocen para dar rienda suelta a las pasiones. Un mercado donde no sólo se negocia el quién, sino que también cotiza el aquí y el ahora.”
6. Gracias a la tecnología ahora disponemos de servicios que hace unos años era impensable. Como el que nos deja embobados delante de la pantalla durante horas. Se puede ver lo que se quieras, cuando se quiera y como se quiera. Series, películas, documentales, viejas glorias de Hollywood o últimos estrenos. Todo mientras nos mantenemos inmóviles, en permanente reposo, casi inertes. El vicio de no hacer nada más que darle al play y mirar sin parar.
LA PEREZA
Falta culpable de esfuerzo físico o espiritual. Es la negativa para realizar tareas básicas y necesarias, el hábito de descansar sin estar cansado. Caer en la tentación del tedio o la ociosidad lleva de serie su propia penitencia. Ya que a corto plazo produce un dulce bienestar, pero a la larga provoca un sentimiento de culpa y frustración por no alcanzar un objetivo o realizado una actividad.
Es curioso que Netflix surgió precisamente de la pereza de sus creadores. Fue Reed Hasting, quien después de pagar una multa por no llevar la película “Apolo 13” a tiempo al videoclub (hace años, no muchos, existían unas tienditas que alquilaban pelis), y ser consciente de la pereza que suponía desplazarse hasta el establecimiento, cuando se planteó que debía existir otra forma de gestionar el negocio y el trato con los clientes. Et voilà! Un exitoso servicio de streaming.
“El sofá reclama mi atención, el tiempo ahí afuera tampoco ayuda, de todas formas tampoco ese “tengo que” es tan urgente, puedo hacerlo luego, o más tarde, o mañana, maquinar una excusa es el único esfuerzo que voy a permitirme. Estoy atrapada. Me invade un irresistible impulso por la inacción.
Ya delante de la pantalla, engullida por los almohadones, decido vencer al sopor en un gesto de madurez. Alargo el brazo, un poco más, yaaaa, el mando a distancia está en mi poder. Por delante varias horas de inactividad y relajación. Pasmada, inalterable, estoy a merced de la pereza.”
7. Todos nos hemos topado más de una vez con este pecado digital. Es ese comportamiento antipático, vanidoso y engreído que ignora las publicaciones de otros, pero que exige que admiren y aplaudan los suyas. Analiza con atención su intervención en las redes, midiendo minuciosamente las reacciones y el éxito de sus apariciones virtuales. Narcisista y egocéntrico, entra en éxtasis cuando ve compartidas y comentadas sus publicaciones como referentes de elegancia o sabiduría. El último pecado digital, sabes cuál es?
LA SOBERBIA
Una sobrevaloración del yo con respecto a los demás. Sentimiento de superioridad que lleva a enaltecer las cualidades e ideas propias y menospreciar las ajenas. Es el primero yo, después yo y por último yo. La vanidad y la arrogancia en estado puro.
También se considera soberbia al sentimiento de rabia o malestar ante una contrariedad. El rechazo vehemente a la crítica o a la reprobación de comportamientos, pensamientos o actitudes.
“Selfie, tras selfie, estudio la forma de mostrar la sonrisa perfecta y mi vida idílica. Mostrarse tal como soy no es una opción. Fotos, vídeos y reels se suceden con el único objetivo de conseguir la aprobación unánime de la red. Solo me detengo para, carente de toda humildad, revisar las notificaciones de Instagram. Likes, comentarios, nuevos seguidores, publicaciones compartidas… Sííí…éxtasis, satisfacción, un baño de popularidad y aceptación refuerza, una vez más, mi pomposo ego.”
FOTOGRAFÍA
Kika Thous
VIDEO
Irene Jancke /Enrique Thous
PRODUCCIÓN
Fernando González
PRODUCTORA
Photofilms Madrid
MAKEUP
Paula Carrasco
Eva M. Ramón
Anna Amez
Ariadna Espada
Vanesa de la Fuente
Maria Lawliet
Photofilms
ESTILISTAS
Nina Camil
Carolina Omana
Carmen Bena
Amaia Olmedo
Photofilms
MODELOS
Sara Trigo
Alima
Paula Cariatydes
Sara Vela
Iosu Martínez
Daniel Prim
Kuroha
EXTRAS
Sonia Esteban
Sandra Verdeal
Roberto Álvarez
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Devilvian